La continua apuesta por un mundo más sostenible ve en la utilización de los prefabricados de hormigón en el sector de la construcción a un gran aliado, ya que contribuye a una eficiencia energética de los edificios, lo que se traduce en una reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera y en un mayor y más eficiente aprovechamiento de la energía en todo tipo de construcciones. Para que os hagáis una idea -y los números nunca fallan- los edificios de hormigón permiten ahorrar entre un 2 y un 5 por ciento en el gasto de la calefacción.

Pero no es la única ventaja que reporta para nuestro bolsillo y bienestar el uso del hormigón, un material muy versátil, de gran resistencia mecánica y estabilidad ante el fuego, que es capaz de soportar altas temperaturas. Además, al ser no combustible impide que el incendio se propague así como el humo o los gases tóxicos.

Asimismo, este elemento estructural tiene una vida útil superior a los 150 años, reduciéndose considerablemente los costes de mantenimiento y de conservación del mismo, siendo reciclaje y reutilizable en otras construcciones. A ello, hay que sumar que se trata de un buen aislante acústico, lo que nos permite ganar en calidad de vida y confort dentro de nuestro hogar.

Los prefabricados de hormigón, como su propio nombre indica, son productos hechos a medida y elaborados en plantas industriales que requieren de poco tiempo para su transporte, montaje y obra, proporcionando todas las garantías, tanto en funcionalidad como en calidad. 

Por todo ello, por su relación calidad-precio, durabilidad, seguridad, versatilidad y escaso impacto ambiental, los prefabricados de hormigón se han convertido en el sistema de construcción del presente y del futuro ya que cuenta, además, con el control de una legislación europea y nacional que penaliza la mala praxis de las empresas.

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